La rutina y lo cotidiano muchas veces nos dejan sin capacidad de asombro, pasamos por alto los miles de milagros que ocurren a diario, si pudiéramos ser como niños y maravillarnos como ellos cuando descubren el mundo por primera vez, nos encantaríamos cada vez que sale una mariposa de su crisálida y cada vez que un pequeño llega a este mundo, cosa que para mí es verdaderamente asombrosa y un milagro infinito.
Si lo piensan y analizan talvez lo vean como yo, de dos células, minúsculas partículas invisibles al ojo humano, se forma un ser, un completo ser con todo lo que necesitará para desarrollarse, a partir de dos células se formará un cuerpo con miles de éstas, que se convertirán en piel, músculos, huesos, pelo, ojos y cientos de conexiones nerviosas, miles de corpúsculos indispensables para la vida y un sinfín de órganos para su existencia futura, de ser solamente dos células, ahora son mil y que funcionan en un concierto perfecto. Y aún hay más, después de unos meses, una vez que todo esto ha madurado llega el momento en el cual se desprende de su nido, sale del cuerpo que lo ha albergado, le ha dado alimento y oxigeno, lo ha protegido y le ha dado vida todo este tiempo, es entonces cuando el mayor milagro ocurre, este pequeño cuerpo toma su primer aliento de vida y comienza a respirar por sí mismo, nace y por sí solo realizará todo lo que hacían por él hasta hace unos momentos, y acaso no es maravilloso, puede hacerlo, puede respirar, comer, llorar, reír, moverse, hasta hace poco era un cuerpo dentro de otro, ahora es un ser íntegro que se abre a la vida, como un capullo de flor abre sus pétalos al paisaje.
Para mí la vida es un milagro, y ocurren cientos de miles de milagros a diario… ¿no es sorprendente?
A esa pequeña vida que viene a llenar las nuestras de magia, felicidad y milagro.
