De acuerdo a la tradición mágica el invierno es la época de renovación.
Cada cierto tiempo es bueno y necesario hacer un análisis de nuestras vidas, y modificar lo que no nos está haciendo bien, el periodo ideal para esto es en invierno, esta es la época de la poda, de eliminar lo malo, lo negativo de nuestras vidas y de nuestra personalidad, todo lo que es un lastre en nuestro crecimiento y en nuestra evolución, para así crecer espiritualmente en nuestras vidas.
El invierno es tiempo de metamorfosis. Nuestro cuerpo nos pide bajar las revoluciones, aprovechemos de hacer un alto en el camino, y un pequeño autoanálisis, cómo estamos y qué queremos cambiar en nosotros mismos, sólo revisando nuestras personas y nuestra vida, podremos llegar a ver lo que necesitamos cambiar, y lo que nos impide avanzar.
En todo cambio es fundamental eliminar lo viejo para dar paso a lo nuevo, y cómo hacemos esto, polarizando, es decir llevar de un estado negativo al positivo, es decir, el rencor llevarlo hasta el perdón, odio hacia el amor, busquemos lo que nos desarmoniza y polaricemoslo.
Cambiar es posible.
Amar es creer en la posibilidad de poder cambiar, amarnos a nosotros es permitirnos el derecho de corregir nuestros defectos y permitirnos intentar ser mejores, amar a otro es no frustrar su crecimiento decretando que las personas no cambian, es decir cada vez que repetimos la tan usada frase, "la gente no cambia" le negamos el derecho vital a esa persona a cambiar, el derecho a evolucionar, a ser mejor persona.
Aprovechemos el tiempo en que las semillas se gestan en la tierra para gestar nuestros dones, somos capaces de modificar pautas erradas de nuestra vida, permitamosnos el privilegio aceptarnos, reconocernos y amarnos, de acercarnos a nuestra alma y a sus deseos, a estar en armonía con nuestro espíritu, a sonreír desde al corazón y a ser felices.