Día a día vivimos la vida desde el dolor, pesimismo y sufrimiento, desde emociones negativas, hemos aprendido que la vida es sufrimiento, que es innato y natural, pero no tiene porque ser así, la vida es una escuela, y cada experiencia una lección, algunas más complicadas que otras, pero la vida no es en si sufrimiento.
El desequilibrio en el que vivimos es producto de lo que nos ha tocado vivir desde que nos encontramos en este mundo, en el útero de nuestra madre, desde ese momento estamos aprendiendo, y cada vez que la experiencia es más complicada de lo que podemos procesar, lo guardamos, sí, nuestra mente es muy sabia y encierra o bloquea dentro de ella misma todo lo que no le es posible procesar; entonces nuestra mente encerró en alguna red de neuronas en nuestro cerebro todas esas experiencias demasiado grandes para racionalizar a temprana edad y un niño, un bebé o un feto no cuentan con una gran capacidad de análisis y comprensión, de este modo fuimos guardando miedos y bloqueando experiencias y una vez que ya crecimos la experiencia y el dolor vivido está tan guardado que no lo percibimos pero sí empaña el lente por el cual vemos e interpretamos la vida, es a través de este lente empañado que nos relacionamos con los demás, que nos enfrentamos y respondemos a nuestro entorno, es así como percibimos cada nueva vivencia desde el sufrimiento, el dolor y el miedo.
Pero todo esto es adquirido, no es nuestra esencia, por esto se hace necesario conocer y comprender nuestras emociones, sólo conociéndonos seremos capaces de analizar las experiencias y aprender nuestras lecciones, para así poder convertir cada vivencia en una instancia de crecimiento que nos acerque al equilibrio y que no sean más situaciones de angustia, pena, rabia y todas esas emociones negativas que vamos arrastrando.
Es posible y está en nuestras manos transmutar nuestras emociones, lo fundamental es identificarlas y luego trabajar con uno mismo para aprender la lección y liberar esa emoción negativa.
Es preciso identificar la emoción o las emociones que perturban la vida, ¿es pena?, ¿es miedo?, ¿es inseguridad?; una vez identificada la emoción podemos trabajar para polarizarla, es decir, llevarla al polo positivo, trabajar nuestras emociones no es fácil en este punto es importante pedir ayuda, ten el valor de hacerlo.
Recuerda que todos somos parte de una red, todo lo que avanzo lo avanza mi entorno, si tú mejoras, lo hace también el entorno y tu percepción de este, por consiguiente tu vida es más armónica.
Con cada paso que damos al equilibrio todo lo que nos rodea se acerca también al equilibrio.